¿A qué edad se empieza a ser viejo?

Cuándo se empieza a ser viejo

Cuando hablamos de envejecimiento es frecuente encontrar rangos de edad en donde nos indican, de forma arbitraria, cuándo somos “viejos”.

Edad legal

Según nuestras leyes, indican que tener 60 años y más, las personas ya son consideradas Personas Mayores. Para los beneficios que brinda el gobierno de la Ciudad de México, debemos tener 65 años o más, para el programa “70 y más” que da el Gobierno Federal, con 65 años ya podemos incorporarnos. Legalmente, podemos decir, que somos “viejos” desde muy jóvenes.

Edad social

Pero hay otras medidas para determinar si ya estamos “viejos” o no, como puede ser nuestra familia. Si le preguntáramos a una jovencita de 13 años, ¿quién es viejo?, probablemente nos diría que una persona de 30 años. Si les preguntáramos a los adolescentes de un bachillerato, considerarían absolutamente “viejos” a los de 40 y si éste ejercicio lo hiciéramos con los adultos jóvenes que acaban de ingresar en una empresa, seguramente los de 50 ya deberían pensar en retirarse.

Edad individual

El otro lado de la moneda nos dice que conforme vamos ganando años, cada vez vemos a los demás más jóvenes, incluidos nosotros mismos y cuando le comentamos a una persona de 85 años que murió un conocido de 80, nos dirá: “pero si todavía estaba joven”.

Edad biológica

La edad biológica es la que marca la forma en la que estamos envejeciendo. Nuestros órganos no envejecen al mismo ritmo, esto depende del tipo de vida que hayamos llevado. Por ejemplo si en nuestro estilo de vida hemos tenido excesos, vicios… se verá reflejado en nuestros órganos y envejeceremos prematuramente; en cambio si hemos llevado una vida más sana y el factor genético está a nuestro favor, nuestro envejecimiento será natural.

Edad ideal

La realidad es que envejecemos como hemos vivido. No por el hecho de ganar en años nos convertimos automáticamente en el estereotipo de anciano que dicen debemos ser: buenos, sabios, comprensivos. La verdad es que las personas nos construimos en base a las experiencias y las actitudes que tomemos ante ellas. Podemos crecer ante las circunstancias, o vivirnos como víctimas, esto depende de nosotros.

Según Viktor Frankl las personas podemos encontrar sentido a nuestra vida a través del amor, del trabajo o del sufrimiento. Aunque esto último pueda parecer algo absurdo, la verdad es que muchas personas han hecho de su dolor y sufrimiento la razón para dar un giro a su vida y trascender. Si nos enfocamos en que aún en las peores situaciones tenemos la libertad de elegir nuestra actitud, entonces podremos dar un sentido positivo a nuestra vida, sin importar la edad que tengamos.

Si a lo largo de nuestra vida hemos sido personas difíciles en el trato, entonces envejeceremos de esa forma y habremos sembrado el camino para nuestra soledad; en cambio si podemos detenernos a reflexionar un poco sobre cómo nos gustaría llegar a la Edad Adulta Mayor y comenzamos a planearlo, no solo en actividades que podemos y debemos hacer, sino en transformaciones profundas sobre nuestro comportamiento o el tipo de relaciones que entablamos, entonces en verdad tendremos un envejecimiento exitoso.

Decía Simone de Beauvoir que es viejo quien ha perdido la curiosidad.  Me pregunto y les pregunto ¿la curiosidad se pierde necesariamente con la edad? ¿Conocemos a niños y jóvenes que ya perdieron el interés por descubrir, por conocer?

Desgraciadamente para este tipo de envejecimiento no hay edad; la apatía, la mediocridad se pierden en muchos otros momentos de la vida que no son necesariamente el final.

Si nos diéramos cuenta de la gran responsabilidad que como personas mayores tenemos para con nuestras familias, nuestra comunidad y entorno, de desmitificar el envejecimiento, de quitarle la connotación despectiva al término “viejo” y dignificarla; vivir con entusiasmo, decidirnos a elegir una actitud curiosa, interesarnos en seguir perteneciendo al mundo real, como cuando nuestros nietos nos hablen de su música, de la tecnología que manejan, de sus problemas; así daremos ejemplo de que ser “viejo” no es sinónimo de tristeza, problemas, soledad, enfermedades; podremos hablar de que somos jóvenes sin importar la edad social, legal, biológica; entonces podremos decir que hemos vivido plenamente, mostrando todo el potencial que la Persona Mayor tiene, y que esta vida “no se acaba, hasta que se acaba”.

Mtra. Lucía Yolanda Burgos Uriarte